- Por ser punto de apoyo del cuerpo en el andar, el pie, para los dogon, es en principio símbolo de cimiento, una expresión de la noción de poder, de jefatura y de realeza. Pero también está subyacente en la idea de origen; entre los Bambara se dice que el pie es «el primer brote del cuerpo del embrión» (ZAHB, 51). Designa igualmente el fin, porque siempre al andar el movimiento comienza por el pie y por el pie se termina. Símbolo de poder, pero también de partida y de llegada, comprende el simbolismo de la llave, que por su parte expresa la noción de mando.
En cuanto inicio del cuerpo, se opone por otra parte a la cabeza, que es el final. Constatando que este principio está, según palabras de D. Zahan, olvidado, negligido, maltratado, el Bambara enseña sin embargo que sin el pie nada puede la cabeza; lo cual, concluye el citado autor, es una manera de subrayar la dependencia del hombre divino frente al hombre a secas (ZAHB, 51).- El pie del hombre deja su huella en los senderos -buenos o malos- que eligió, en función de su libre albedrío. Inversamente el pie lleva la señal de la buena o de la mala andadura. Esto explica los ritos de lavar los pies, que son ritos de purificación. En el curso de la ceremonia de iniciación de los derviches bektachi, el guía espiritual pronuncia estas palabras mientras lava los pies del impetrante: «Es una obligación requerida por el Dios de merced y de compasión que seas cada vez lavado de la mancilla dejada por los caminos de error y rebelión por donde tú has andado» (HUAS, 183).
- Los pies de los ángeles, escribe el pseudo Dionisio Areopagita, «son la imagen de su viva agilidad, y de ese impetuoso y eterno movimiento que los lleva hacia las cosas divinas; por esta razón la teología los representa con alas en los pies» (PSEO, 63).[2]
Tosquelles:
Fernández Dueñas, Á. (s. f.). El pie humano en el arte. Símbolos, mitos, dichos y refranes (1).↩︎
Chevalier, J., Gheerbrant A. (1999), El diccionario de los símbolos. P. 826.↩︎